Cada día nos damos más cuenta de que, cuando el verdadero amor llega, lo hace para quedarse para siempre sin importar cómo, cuándo ni por qué, pero, menos aún, sin importar la edad que se tenga.
Y si no que se lo pregunten a Branca, de 96 años, o a Marcelino, de 100, quienes el pasado 29 de febrero celebraron otro año bisiesto de la mejor manera: uniendo sus vidas en un matrimonio celebrado en el hogar para ancianos donde se conocieron.
La celebración se realizó en Campinas, Sao Paulo, Brasil, poco después del cumpleaños número cien de este ingeniero retirado y enamorado como un adolescente de su tierna compañera.
La hermosa relación comenzó hace unos dos años, cuando el anciano llegó al hogar de reposo donde se encontraba su dama. Al cruzar el umbral de la puerta y encontrarse con sus ojos, Marcelino supo de inmediato lo que es sentir el flechazo dulce e inmisericorde de Cupido. Fue, sencillamente, amor a primera vista.
En el caso de ella, romántica como lo fue desde su juventud, no le faltan razones para lanzarse al agua junto a su amado.